lunes, 20 de junio de 2011

corre y salta, pero no te olvides de volar…

sábado, 18 de junio de 2011

El Terrible Petter

Camino por las calles y lo veo, me meto a Internet y me lo pillo. Vaya donde vaya lo veo y siempre lo veré, es que no puedo sacármelo de la cabeza ¿debo hacerlo?

Finales de Agosto y ya el sol en Santiago empieza a derretir los picos más altos de la cordillera. Y mas adentro hay un calor tan intenso que quemaría al mismo diablo que se encuentra en la hoguera. La tensión que se vive en la capital y en todo chile, es muy intensa. Predomina el odio, el rencor y el único objetivo se llama triunfo. Estos son los mandamientos que se vivían por aquellos tiempos en el 88’. Unos abanderados de múltiples colores, que en verdad representaban al color rojo y negro, color prohibido por más de 16 años. Por el otro lado el color del poder, queriendo ser azul acuñando la palabra libertad en su ética.

Yo era un pequeño cuando mi madre me hacía acompañarla al centro de Santiago por su tratamiento médico. Cruzando la ciudad veía a las personas luchando con palos y piedras, me hacían imaginar a las historietas de la era de los caballeros; sin armaduras claro, exponiendo la piel frente al adversario.

-¡Pacos culeados! ¡Asesinos! ¡Asesinos! ¡Asesinos! ¡Perros del gobierno! Gritaban los manifestantes en contra de la policía que los reducía fugazmente con “Zorrillos, lumasos y gases lacrimógenas”.

No entendía el por qué a mitad de la noche le tiraban piedras a mi casa. Mi padre sacaba a “Petter” a la calle amenazando alocadamente a los quienes estuvieran afuera.

-¿Cuánto es?- pregunta mi madre

-$420, señora- contesta el hombre del negocio.

-Acá está, gracias

Y con mi madre salíamos del almacén de la esquina. Siempre voy a recordar aquel momento que vino un ladrón, pero hoy me vengo a dar cuenta que era el vecino de una cuadra mas allá que le gritaba a mi madre.

– Y tú, Momia culiá, ¡¿cómo podí estar con ese perro asesino?!

Mi mamá con rabia golpeaba al extraño con la cartera y me ordenaba que me fuera a la casa sin mirar a tras.

Cada año, todos los 19 de Septiembre me vestían con el traje más bonito y era porque mi papá iba a desfilar. Era tanta mi emoción que nunca podía dormir, sólo deseaba estar ahí junto a mi padre y querer ser como él. Y siempre lloraba al verlo pasar… Pero hoy, ahora que me doy cuenta; y no logro entender cómo.

-Amparo ¿me lustraste mis botas? - pregunta papá.

-Sí amor. - contesta mi madre .

Era de madrugaba y mi padre se preparaba para salir, tenía que ir a trabajar. Lo habían enviado al Estadio Nacional a cuidar que ningún marxista, como decía él, se entrometiera en el plebiscito que iba a decidir si seguía o no aquel Dictador en Chile.

-Me da tanta pena no poder despertarlo y preparar el desayuno para los tres. A veces odio este trabajo, si tan sólo…

-Ya apúrate que te vas a llegar tarde y tenemos que ganar.- Le ordena mi madre.

Ni mi papá y ni mi mamá se podían imaginar lo que ese día iba a ocurrir. Por semanas daban en la tele propagandas para influenciar a la gente y en uno de ellos salía “Mi General”, como decían mis padres cada vez que lo veían con un suspiro que provenía desde sus corazones. También había una propaganda de oposición, la del “NO”. Era tan colorido y sobre todo una canción pegajosa que me hacía bailar, y fue en ese momento que recibí el castigo más fuerte por parte de mi papá. No podía entender como su hijo podía bailar canciones comunistas.

Un cinco de octubre, dos días para mi cumpleaños. Mi papá salió a las seis de la mañana y volvió a las dos de la madrugada del otro día. Ebrio y agresivo. Tanta rabia que le saltaba saliva al momento de hablar. Botó sillones, el florero, cada cosa que se le ponía en frente era objeto para poder descargar su rabia. Era tanto su pena que lloró. Mi madre afligida igual por el resultado, al oír este drama fue a consolarlo. Él en vez de recibir el apoyo, golpeo a su “Amparo”. Ese mismo día me fui de mi casa para vivir con mi abuela.

Pasó poco tiempo para que se reconciliaran. Era notoria su distancia. Nunca más fueron los mismos. Mis padres crecieron y expresaron una ideología que yo aun hoy repudio. Estoy en cuarto de la Universidad de Chile estudiando Historia. Los amo, pero tengo asco de ellos. Saber que mi viejo mató a personas que por el sólo hecho de pensar distinto a él; y en el fondo eran iguales. Amar con locura una ideología.

Han pasado 11 años desde que Pinochet dejó el poder y retornara la supuesta democracia a mi país. 11 años han transcurrido del suicidio de mi padre al ver que su general dejara el poder. Iba por la carretera y se detuvo en San Antonio. Llegó hasta el puerto y acabó con su vida gracias “Petter” su fiel amiga, una pistola.

Ahora yo salgo a protestar por la educación y veo a los “Pacos” y me recuerdan a él y a mi. ¿Por qué les gusta esa profesión? ¿Si no están, qué habrá? Puedo ver sus rostros a pesar de los enormes cascos que llevan, puedo ver sus ojos que reflejan las sonrisas de sus hijos, me puedo ver a mí… A pesar de todo ellos siguen siendo humanos, personas y padres de familias que sólo optan por implantar la justicia usando un singular traje verde para llevar el pan. Si hay alguien malo no son ellos, son los de arriba, quienes decretan la justicia en mi país.

miércoles, 15 de junio de 2011

ahora entiendo todo

el susto abrazado es mejor

Me bajo del auto de un ex compañero que me vino a dejar hasta la casa de la Bada. Escucho una música muy fuerte que proviene del patio. Toco el timbre que apenas se escucha. Golpeo insistentemente hasta que la Bada me abre.

- ¿Y estás son horas de llegar?, ya pasa, me dice la Bada con voz de sermón. No alcanzo a darle el beso de bienvenida y ya está subiendo las escaleras. Yo camino hacia el patio.

Estaba todo oscuro y al abrir las cortinas fue como abrir un mundo mágico. Habían rostros desorbitados, otros ebrios, pero todos felices de verme. La multitud exclama un gran – Yito. Saludo a todos. Abrazo a mi hermano que estaba sentado con Juan en un rincón hablando cosas de la vida, pero yo sólo los escuchó un balbuceo. Sigo en mi caminata y me encuentro en la mitad del patio y se empieza a mover… son las tres treinta y cuatro con catorce segundos.

- ¡Está temblando! Se escucha desde la casa. Las niñas a gritan a medida que el suelo se agita cada vez más rápido.

En unos cuantos segundos me vi rodeado de mis amigos. Las botellas sonaban y se quebraban al caer, la piscina de plástico se movía tan fuerte que el agua parecía mar. Un chispazo y no se veía nada. Gritos estremecedores y sobre todo de los de Juan; -¡Me voy a morir! ¡me voy a morir!, Salfate tenía razón…

Duró dos minutos con cuarenta y cinco segundos. Más de dos minutos abrazados, a oscuras, con vidrios en el suelo y con una cañería rota. La tía Daniela nos obliga a ir a fuera y que nadie se moviera. Con mi hermano lo único que queremos es ir a ver a nuestra madre. Agarramos nuestras cosas y nos despedimos. - ¿A dónde creen que van? Nos pregunta la tía al vernos listo para partir.

- A mi casa, mi mamá está sola con mis sobrinos, contestó mi hermano.

- No, nadie se mueve. No se ve nada y quizás el puente se cayó. No voy a permitir que se vayan, imagínate si les pasa algo…

Todos nos quedaron mirando. Juan seguía gritando; - ¡Pero si me quedan dos años de vida! ¡¿No que el fin del mundo era el 2012?! Mientras tomaba vino en caja.

Volvió la luz. Pasó dos hora del terremoto y sonó el teléfono. Contesta el Juanca, un amigo, y pregunta - ¿Quién es Sergio? ¿Algún Sergio? y la tía Daniela reacciona y me grita -¡Yito, tu mamá te está llamando!, entretanto la gente se reía con la situación.

-Aló, contesto.

-Aló hijo… ¿Cómo están? ¿tu hermano?

-Bien, bien ¿y tú? ¿los niños?

-Bien, no pasó nada por suerte acá…

. A las seis de la mañana, la tía Daniela le dice al Jhony, su pololo, que nos fuera a dejar. Cansados, nos subimos al auto yendo a casa por fin, para besar a mamá.